Las olas del Tirreno

Hace poco le hice un regalo a un amigo, a un amigo de esos especiales, de esos que sé que son para toda la vida.
Se trataba de una simple hoja de papel acuarela con un texto impreso. Enmarcado y eso, pero ya está. Ni más. Ni menos.
Es la oda I, 11 de Horacio. Un texto donde aparece una de las expresiones que más me gustan: “Carpe Diem”. Es como  como un guiño para nosotros, muchas veces, para despedirnos o durante la conversación, sale a colación. Es como hacerle recordar al otro que tenga calma, que disfrute, que saboree la vida.

Quien me conoce ya sabe que suelo nombrar el «Carpe Diem» a menudo. La cosa viene de lejos, pero no lo conocí precisamente leyendo cultos textos latinos, jajajaja. Como muchos de vosotros lo conocí por la película “El club de los poetas muertos” (película grande en muchos sentidos, una de mis top favoritas y que marcó mi adolescencia profundamente). Gracias a ella también conocí al gran Withman, pero esa es otra historia…

A lo que vamos, que me encanta el término y lo que quiere representar pero como ya creo que comenté en mi primer post y harta ya de verlo aparecer una y otra vez, en plan fotocopia, en muros de facebook, tattos, etc, reivindico su significado dentro de su contexto, dentro del texto original, para darle todo el sentido.

Lo escribió el colega Horacio,  en el año 65 a. C., ahí es nada.  Era un poeta romano, hijo de un esclavo liberto y pobre, que se deslomó para que su hijo pudiera estudiar y pudiera escribir textos tan bellos como el que comento.
A veces me parece asombroso que un texto con miles de años de antigüedad siga definiendo lo que quiero para mí en este preciso instante. Eso es un valor añadido, claro. Supongo que será uno de esos textos eternos, que pase el tiempo que pase siempre tienen sentido.
Los siglos pasan pero los sentimientos humanos son los mismos…

Esperando que todos disfrutéis de estas líneas viejunas, os dejo el texto en latín y su traducción (la más adecuada que he encontrado).
Si nunca habéis leído el poema original así ya sabréis de donde viene el famoso Carpe Diem y si ya conocíais el texto no viene mal releerlo y volver a sacarle el jugo.

De vez en cuando yo lo releo y me viene pero que muy bien dentro de esta vida llena de prisas, agobios y futuros que siempre están por venir…

Horacio, (Oda I, 11)

“Tu ne quaesieris (scire nefas) quem mihi, quem tibi,
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios temptaris números.
Vt melius, quidquid erit, pati!
seu pluris hiemes, seu tribuit Iuppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare Tyrrhenum:
sapias, uina liques
et spatio breui spem longam reseces.
Dum loquimur, fugerit inuida aetas:
Carpe diem,
quam minimum credula postero”.

“No preguntes (es sacrílego saberlo) qué fin a mí, cuál a ti,
los dioses han dado, Leuconoe, ni sondees los babilónicos números.
¡Cuánto mejor es soportar lo que haya de ser!
Así Júpiter nos haya concedido muchos inviernos, así este sea el último
que ahora desgasta contra los escollos sobresalientes las olas del Tirreno:
sé sabia, saborea el vino
y en un espacio breve recorta una esperanza larga.
Mientras hablamos, habrá huido celosa la edad:
Aprovecha el día,
confía lo menos posible en el mañana”.

También os dejo el mágico extracto de la película  “El Club de los poetas  muertos” donde conocí el término, robándome el corazón para siempre.

Porque nunca sabemos cuando nos golpearán de nuevo «las olas del Tirreno»…

Carpe Diem, amigos 😉


12 respuestas a “Las olas del Tirreno

    1. Es que se refiere a algo que creo que todo el mundo se ha planteado o sentido alguna vez…esa sensación de fugacidad, de que la vida y el tiempo se escapan y debemos estar atentos, degustarlos, saborearlo, sin estar esperando siempre a después, siempre a mañana, pre-ocupados…

  1. Me parece muy bonito reclamarle al «Carpe Diem» un significado más profundo y a la vez más sencillo, o sea, el de Horacio, que viene a ser «el suyo» y que, por ende, dice mucho más que la perversión descompuesta que suelo percibir de dejadez vital en los que reclaman «un» carpe diem descontextualizado.

    Me has hecho recordar a ese casi celebérrimo «Ojalá dispusiera de frases no conocidas, de expresiones extrañas, en algún nuevo lenguaje jamás empleado antes, libre de repeticiones, de palabras rancias ya desgastadas por los antepasados», frase Khakheperresenb, un escriba egipcio de hace unos cuatro mil años. El ser humano no debe haber cambiado mucho, por tanto, y no debe extrañarnos que, al bucear entre los clásicos, encontremos espejos en los que mirarnos mucho más limpios que los constructos modernos más complejos.

    1. Juanjo, qué chulo el texto…! Me encanta…!! Pues si ya lo decía un egipcio hace 4000 años, ¿qué más añadir? A nosotros me temo que no nos queda otra que seguir regurgitando lo de nuestros antepasados. Aunque creamos darle un toque distinto o decirlo de otra forma, siempre estaremos repitiendo la expresión de las mismas sensaciones y sentimientos y por tanto crear algo nuevo se hace tan difícill. Además, cuando algo es maravilloso, ¿para qué intentar otra cosa? sólo nos queda darle el valor que tiene y dignificarlo. Es lo que he pretendido hacer con Horacio y su Carpe Diem. Un pequeño homenaje

      1. ¡No queda otra! seguiremos intentándolo!! y como dijo el gran Withman y no dejando que lo estropeen los publicistas (también lo reivindico su valor):
        «Que estás aquí – que existe la vida y la identidad,
        que prosigue el poderoso drama, y que
        puedes contribuir con un verso».

        Aunque sólo sea con una letra de un pequeño verso…jajajajaa

  2. Mirad este poema de Catulo, del 84 a.c. por ejemplo. Podría haberse escrito hoy mismo: 😉

    «Vivamos, mi Lesbia, y amémonos

    y deja que los rumores de los viejos más severos

    ¡nos importen todos un comino!

    Los soles pueden caerse y subir:

    Cuando esta breve luz haya muerto para nosotros,

    dormiremos en la noche interminable.

    Dame mil besos, y otros cien,

    después otro mil, y otra vez cien,

    y todavía otros mil más, y otros cien.

    Entonces, cuando nos hayamos dado muchos miles,

    los mezclaremos todos para no conocerlos,

    y que ninguna insidia pueda notar

    estos besos que nos damos».

    El Neruda de la época, jajajaja

  3. Me quedo con la frase: «y en un espacio breve recorta una esperanza larga» …..es grandiosa!!! Gracias por compartir algo tan bello…Y esta película inolvidhable, el día que la vea sin emocionarme habré dejado de ser humana. Por cierto hermana, solo digo una cosa…mar-tirreno jajajajaja!!

    1. Gracias, sister…!! Sí…esa frase que resaltas suele pasar desapercibida pero da para pensar pero que mucho. A mí me encanta la última, es el mejor consejo que te puedan dar: «confía lo menos posible en el día de mañana». En cuanto a lo de Mar Tirreno…hasta el nombre de mi calle aparece en el poema…el destino…jajajaa

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